domingo, 31 de julio de 2016

DIARIO ÍNFIMO, Mercedes Roffé




Diario ínfimo
Mercedes Roffé
La isla de Siltolá. Colección Tierra
Sevilla, 2016




           Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954) es profesora de Letras Modernas por la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Literatura Española y Latinoamericana por la Universidad de Nueva York. Es autora del ensayo sobre literatura medieval La cuestión del género (1996). En cuanto a la poesía ha publicado El tapiz (1983), La noche y las palabras (1996), Canto errante (2002), La ópera fantasma (2005) y Las linternas flotantes (2009) entre otros. Actualmente dirige el prestigioso sello Ediciones Pen Press.

           Para comenzar, Mercedes Roffé nos adentra en la densidad del infinito, en lo intangible, en lo inestable, como un barco en mitad de una tormenta, para hablarnos de ese constante tambaleo que sienten los escritores en medio del mundo. Sin embargo, la poeta nos recuerda algo muy importante: ¿dónde quedaron nuestros sueños y la esperanza que nos movía para alcanzarlos?

           Está muy presente la poesía como tema central. ¿Quién puede tener en cuenta una simple agrupación de palabras si no sirven para cambiar lo que nos rodea? Pero ahí está ese poema improbable / incierto / receloso / como una garúa para hacernos sentir el alma de los demás. La argentina cree en el poder de la poesía como arma cargada de futuro que diría Celaya: entretanto / dejar que las palabras / hagan su obra. Lo que incumbe a la sociedad juega un papel importante en los versos de Roffé como el poema “Túnez” donde aborda de una manera delicadísima el atentado en un hotel español de dicha ciudad en el que perdieron la vida 37 personas.

           Quienes conozcan a Roffé, aunque sea mínimamente, sabrán de su implicación sobre todo con la situación de la mujer en la sociedad. Y así lo refleja a nuestro parecer en el poema “Labrantíos” donde muestra su esfuerzo por cambiar la mentalidad tanto de los hombres como de las mujeres que han sido criados con una educación machista y que así han asimilado la naturalidad de ciertas acciones. Siguiendo esta línea social, nos encontramos con otro poema en el que ofrece una visión de los ciudadanos con respecto al sistema. A lo largo del poemario, la argentina nos insta a levantar la voz, a no quedarnos callados ante las injusticias, ante lo que nos parece que no conlleva una evolución fructífera.

           En cada palabra Mercedes Roffé hace sentencia. Su ideología la expresa con conceptos tajantes, precisos, que contienen toda la fuerza de la personalidad de nuestra poeta. A la conclusión que podemos llegar al final de este Diario ínfimo es que la argentina es una mujer pasional, racional, que juega a menudo con contrastes que se acercan a la luz y a la sombra; una voz valiente la suya que a nada teme y que con nada se achanta.



2 de junio
ESO


es verdad

:

los escenarios se incendian

de fuegos de mentira

de verdad

martes, 19 de julio de 2016

HORAS EN UNA BIBLIOTECA, Virginia Woolf




Horas en una biblioteca
Virginia Woolf
Traducción de Miguel Martínez-Lage
Seix Barral
Barcelona, 2016




           Virginia Woolf (Londres, 1882 - Lewes, 1941) fue novelista, ensayista, escritora de cartas, editora, feminista y cuentista, considerada una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Durante el periodo de entreguerras, fue una personalidad significativa en la sociedad literaria de Londres y miembro del grupo de Bloomsbury. Sus obras más famosas incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su ensayo Una habitación propia (1929). Fue redescubierta en la década de 1970 gracias a este ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

           En Horas en una biblioteca está muy presente el pasado literario como sinónimo de tradición, de saber, de base si pretendemos adentrarnos en los textos más contemporáneos. No podemos comprender estos últimos si no somos conscientes de los pasos previos y no podremos tampoco innovar si lo deseamos.

           Como suele ser habitual en las obras de Woolf, y en su vida personal, el papel de la mujer es muy importante o, más bien, lo que quiere es que la muejr consiga tener un lugar en la sociedad igual que lo tienen los hombres. "las heroínas más afamadas del siglo XIX representan lo que los hombres desean en las mujeres, pero no necesariamente lo que las mujeres son". No se puede mostrar mejor la situación social y, en este caso, literaria que vive la mujer. A pesar de haber avanzado hacia esa igualdad que nuestra escritora desea, aún se ve cómo las palabras y testimonios de las mujeres se utilizan para hablar del sexo masculino.

           Una prosa fácilmente comprensible, a caballo entre el lenguaje periodístico y el literario, compone los textos que integran Horas en una biblioteca en los que la autora también se atreve con personajes como el filósofo y escritor Henry David Thoreau o la poeta Christina Rossetti. Las líneas sobre ésta última repasan su biografía y su obra en un texto en el que Woolf se dirige a la autora de El mercado de los duendes sin ocultar la admiración que siente por ella. "Nada blando, nada ocioso, nada irrelevante estorbaba en tus páginas. Dicho en una palabra, eras una artista", le dice Virginia a su compatriota y fuente de inspiración antes de añadir que "algunos d elos poemas que escribiste en tu cuartito guardarán una perfecta simetría".

           En esta recopilación de ensayos, la escritora londinense trata también episodios cotidianos a partir de los que reflexiona sobre cuestiones existenciales que dejan entrever cierta vocación filosófica en la autora de La señora Dalloway. Prueba de ello es cómo reflexiona sobre la muerte en un relato protagonizado por una polilla: "Así como la vida había sido algo extraño momentos antes, ahora la muerte no era menos extraña. Tras enderezarse la polilla, ahora yacía con toda decencia, compuesta, sin queja".

           Unidades, las cualidades y la inteligencia de la que hablan Eliot y Borges le permitieron a la escritora londinense ser una especie de Larra a la británica que analizaba de forma única y muy personal la realidad que le rodeaba.

           Más que demostrada queda la brillantez de la pluma ensayística de Virginia Woolf por la vigencia que, tres cuartos de siglo después de su muerte, mantienen los textos recopilados en Horas en una biblioteca.

domingo, 17 de julio de 2016

¿QUÉ HARÉ YO CON ESTA ESPADA?, Angélica Liddell




¿Qué haré yo con esta espada?
(Aproximación a la Ley y al problema de la Belleza)
Angélica Liddell
La uÑa RoTa
Segovia, 2016




           Angélica Liddell (Figueras, 1966) es escritoria, directora de escena y actriz española que ha recibido numerosos premios entre los que destaca el Nacional de Literatura Dramática y el León de Plata de la Bienal de Teatro de Venecia 2013. En 2008 publicó su único poemario Los deseos de Amherst. En cuanto a su producción teatral se encuentran Mi relación con la comida (2005), Perro muerto en tintorería (2008) o Maldito sea el hombre que confía en el hombre, un projet d'alphabétisations (2011).

           Angélica Liddell en ¿Qué haré yo con esta espada? utiliza todos los recursos del teatro donde la belleza, la muerte y el erotismo se mezclan para buscar las profundidades de la naturaleza humana. Su grito ahogado de angustia y su grito de esperanza buscan superar los límites de la poesía para alcanzar la conciencia que se está perdiendo. En esta obra muestra su profunda preocupación por la violencia de Issei Sagawa, un caníbal japonés, y los ataques terroristas en París en noviembre de 2015. Con sus compañeros Hölderlin, Cioran, Mishima y Nietzsche regresa a los orígenes de la tragedia y trata de diferenciar la violencia real de la violencio mitológica. Usando la fuerza que le caracterica, Liddell nos lleva a lugares en los que es imposible estar tranquilo.

           En ¿Qué haré yo con esta espada? nombra numerosas veces a Dios, y es que nuestra escritora no se plantea su existencia o no, sino su necesidad. El lado católico podrá preguntarse cómo es posible que Dios no pueda evitar esta deshumanización, esta pérdida de la moral, de la ética, del ser. Un ser que es ajeno o inmune a los sentimientos puros, a la mirada del de enfrente, a la libertad, a poder respirar en calma. Liddell siempre tiene un sentimiento de frustación cuando escribe, ese rechazo por toda la violencia y el sufrimiento del que emanan sus palabras, sus ideas, su propio pensamiento. Afirma que la esencia del ser  se encuentra olvidada en un gran vacío y que la sociedad actual tiene una gran necesidad de humanidad.




lunes, 11 de julio de 2016

EL CUERPO Y OTRA COSA, Darío Jaramillo Agudelo




El cuerpo y otra cosa
Darío Jaramillo Agudelo
Editorial Pre-Textos
Valencia, 2016




           Darío Jaramillo (Antioquia, 1947) es uno de los mejores poetas no sólo de la "generación desencantada" sino de la segunda mitad del siglo XX. Es el gran renovador de la poesía amorosa colombiana. Su obra poética se caracteriza por un marcado corte intimista. También ha destacado como narrador y ensayista. Ha desempeñado cargos culturales en organismos estatales y es miembro de los consejos de redacción de la revista Golpe de Dados y de la fundación particular Simón y Lola Guberek. Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: Historias (1974), Tratado de retórica que le valió el Premio nacional de poesía en 1978, Poemas de amor (1986), Antología poética (1991), Cuánto silencio debajo de esta luna (1992) o Gatos (2005).

           Parece que el día se vuelve una tarde de otoño cuando nos sentamos a leer a Darío Jaramillo. La música que él escucha no es sanadora como en otros casos sino que acompaña a su melancolía, a su resignación, a su vista (quizá) cansada. Junto a aquélla, el poeta nombra al tiempo y al silencio. Son los ecos de su vida, las ciudades, los paisajes que vio y visitó. Son sus pies que ya andan solos hacia ningún destino establecido.

           El cuerpo y otra cosa es un canto al paso del tiempo, de los años, a la llegada de la edad última: "Intuyo otra manera de llevar el tiempo." Parece como si la vejez le llegara al colombiano por sorpresa, como si todo estos años no hubiera sido consciente del paso del tiempo, y lo acoge con dolor, con aflicción, con pena. Y en última instancia lo acepta. Sabe que, como en el amor, no hay marcha atrás, no existe un camino de vuelta que nos lleve a los momentos más importantes, a los instantes de máxima fruición. Incluso en los lugares donde ha sufrido le valdría. Pero no es sólo una melancolía psicología sino también física. Nota cómo su cuerpo no es el mismo que hace algunas tardes ya lejanas, que su piel le va contando historias pasadas y que, sin embargo, hay otras que no reconoce: "Pero no es ése el que ahora importa, es el cuerpo distinto sin los dolores nuevos."

           Darío Jaramillo hace un ejercicio de confesión en El cuerpo y otra cosa. Se pregunta "¿Cuánto silencio quedaré debiendo?"y es que puede que pretenda que su poesía sea en cierto modo las respuestas de todo aquél que se haga mayor sin darse cuenta y se pregunte por qué. El silencio no calma, no retrocede a otros mundos, pero es la respuesta a muchas cuestiones. El poeta una vez consigue que nos adentremos en su vida, que seamos testigos de sus sentimientos que más le inquietan, que seamos partícipes de algo que compartimos todos: la alfombra de seda y charcos que atravesamos cada día sin darnos cuenta.


10


El cuerpo inventa el bien y el mal, el cuerpo nunca permanece,
Proteo eterno, el cuerpo divide sus horas entre gozo y dolor, entre
vigilia y sueño,
el cuerpo impone el amor y lo padece y explota con él, traspasa
límites.
El cuerpo está hecho de tiempo.

domingo, 10 de julio de 2016

LA FUENTE Y LA MUERTE, Pedro Sevilla




La fuente y la muerte: memorias
Pedro Sevilla
Editorial Renacimiento. Biblioteca de la memoria
(2ª edición) Sevilla, 2016




           Pedro Sevilla (Arcos de la Frontera, 1959) es poeta y novelista. Es columnista de prensa y ha colaborado regularmente con el suplemento Citas de Diario de Jerez, el semanario local Arcos Información y otros medios. Parte de su obra se ha traducido al portugués y aparece en distintas antologías. En 1990 publica su primer cuaderno de versos al cuidado del poeta Francisco Bejarano. Su primer libro se editó también aquel año titulado Y era la lluvia, amor. En 1992 publica Septiembre negro. Con La luz con el tiempo dentro consigue el accésit del Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti (1995).

           Pedro Sevilla ha sido siempre muy consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, quizá por eso tuviese abandonada esa parte de inocencia que caracteriza a los niños. Sevilla nos recuerda a César Vallejo por la intensidad de sus sentimientos; siente empatía por aquello que le rodea. 
           De otro modo, se nos revela un carácter responsable que ensalza muy bien aquella "pérdida de la inocencia" al considerarse culpable de todos los males de su familia y, en otra medida, del mundo también.

           Es curioso cómo compara a su Tío Frasquito con don Quijote por disfrazar la realidad, siendo él mismo quien imagina parte de la historia que nos relata: "La verdad es la que yo he creado" no dice. También nos llama la atención que teniéndole tanto miedo a la muerte se sienta atraído por ella, por sus rostros y rotos. Siempre se asoma a las sombras sabiendo lo que va a encontrar, lo que va a provocar en él y, sin embargo, se adentra en ellas con una facilidad asombrosa.

           Al leer su relato imaginamos que un sol ilumina cada página del libro. Por qué no lo sé. Quizá sea esa vitalidad que irradia a pesar de estar rodeado de muertes. Toda esa vitalidad va acompañada de optimismo, de una luz que sólo sabe ver nuestro poeta y, lo más importante, que sabe interpretarla y hacerla suya.

           Su afición por le teatro, o mejor dicho su pasión, hace que se olvide de ese niño que era para convertirse en otros personajes, vivir otras vidas y experimentar nuevos y diferentes sentimientos. Esa soledad elegida por Sevilla es clave también en la configuración de su personalidad, en su concepción del mundo, de ser y estar en él. La consciencia que por ese entonces ya barruntaba la voz de un gran poeta.

           Es delicioso el cuidado que le otorga a las palabras cuando habla de su madre y de su abuela. Y decimos delicioso porque podemos saborear su dulzura y cariño hacia ellas. Y es delicioso porque no reside en él ni una pizca de odio a pesar de las muertes y la vida, del rechazo de los niños del colegio, de las situaciones sociales. Pedro tiene la fortaleza de un corazón adulto y la ternura de un niño que es feliz -posiblemente- sin grandes lujos.

           Pedro Sevilla con La fuente y la muerte nos conmueve, nos deja un sabor agridulce y un nudo en la garganta. La belleza con la que describe los momentos más dolorosos es admirable hasta tal punto que hace que nos preguntemos si el dolor también es hermoso para terminar afirmándolo. Siempre causa rechazo hablar del sufrimiento pero si supiéramos expresarlo como el poeta sabríamos aceptarlo de mejor manera. Pedro Sevilla es la fuente donde se refleja la muerte y la muerte que se hace más liviana en la fuente.





sábado, 9 de julio de 2016

LA SOMBRA DEL OTRO MAR, Joan Margarit




La sombra del otro mar
Joan Margarit
Nordica Libros
Madrid, 2016




           Joan Margarit (Sanahuja, 1938) es poeta, arquitecto y catedrático en la Escuela de Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Desde el año 1980 el poeta decidió utilizar el catalán como lengua literaria con la que ha publicado casi el total de su obra poética integrada por más de quince libros entre los que destacan: Mar d'hivern (1968), Llum de pluja (1987) o Aiguaforts (1995). A partir de 1999, el poeta publicó ediciones bilingües de sus libros Estación de Francia, Cien poemas, Poesía amorosa completa y Joana. Su obra Casa de Misericordia obtuvo el Premio Nacional de Poesía, el Rosalía de Castro y el de Poesía de Catalunya.

           Margarit hace un repaso, a lo largo de los dieciocho poemas que conforman La sombra del otro mar, de lo que ocurre al otro lado del mar, o de la vida. En una simbiosis con las ilustraciones de su desaparecido amigo Josep M. Subirachs, el poeta nos acerca a las sombras en poemas como "Infierno" (dedicado a Subirachs), "Un pobre instante" o "Museo del holocausto, Jerusalén", en el que nos dice: "porque todos han visto la verdad / un destello en un charco de agua sucia", pero siempre dejando la puerta abierta a la luz, a la claridad, a la esperanza. 

           Como no podía ser de otra forma, le canta también al amor en esa forma suya de hablar en voz baja pero firme, sin titubeos, como si tuviera un corazón en forma de bola de cristal donde todo se ve con una belleza y honestidad especial. En él, todas las posibilidades del amor parecen posibles. Sin embargo, alberga ya ese sentimiento de paso del tiempo, de vejez. Le cuesta aceptar que ha llegado a la última etapa de la vida, a veces, incluso, podemos observarlo derrotista ante ella, y otras, sólo le queda el sabor de la marcha de los otros, de los que fueron sus amigos, familiares, aquellos a los que quiso: "Soy demasiado viejo, he de llorar por todos."

           En La sombra del otro mar no podemos olvidarnos de Subirachs y sus ilustraciones que acompañan y compactan a la perfección con cada poema. Parece como si pintura y escritura nacieran del mismo lugar y luego se bifurcaran. La delicadeza con la que Margarit cuida y mima todas las palabras del poema es la misma que Subirachs emplea en los trazos de sus ilustraciones. Pero todo esto no es casualidad: podríamos decir que el poeta y el pintor eran almas gemelas y, como tales, eran un único artista cuando trabajaban juntos.
        


HORARIOS NOCTURNOS


Acostado contigo, oigo pasar los trenes,
y por mi frente cruzan sus luces encendidas
rasgando el terciopelo de esta noche.
Cada rato en silencio me deja una luz roja,
la nota en el pentagrama de cables y de vías
oscuras y brillantes. Acostado contigo,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierta sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.



viernes, 8 de julio de 2016

NO TEMERÁS, Juana Castro.





No temerás
Juana Castro
Ediciones Torremozas
(2ª edición) Madrid, 2016




           Juana Castro (Villanueva de Córdoba, 1945) es poeta y profesora de Educación Infantil y miembro de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. Colabora en diversos medios literarios como articulista y crítica literaria, además de co-traductora de poesía italiana. Ha obtenido importantes premios en el campo de la poesía y la narrativa, entre los que destacan: Premio Juan Alcaide por Paranoia en otoño (1985); Premio Juan Ramón Jiménez por Arte de cetrería (1989); XI Premio Carmen Conde por No temerás (1994) o el Premio Jaén de Poesía por Los cuerpos oscuros en 2005 (obra galardonada también con el Premio Solienses, 2006). En 2010 publicó una antología de su obra, Heredad, seguida de Cartas de Enero, con la que consiguió el Premio Nacional de la Crítica 2011, y el poemario La bámbola finalista al Premio Solienses 2011.

           Juana Castro se nos presenta con una voz que habla desde una perspectiva, en cierta manera, desafiante, valiente y segura de su persona cuando aborda temas como el exilio o la muerte. Para evadir o quitarle importancia a ese dolor, el cual constantemente trata de enmascarar desde una postura a veces fría, otras de firmeza y fortaleza, alude al mundo onírico donde todo puede suceder y es ella quien puede elegir la configuración de sus acontecimientos. En esos instantes, piensa en su hermana, que para ella es su salvadora.
           Llega un momento en el que Juana parece liberarse de sí misma, de lo que le han hecho ser y aparentar en cierto modo, y se muestra libre, sin trabas ni tapujos. No teme que la veamos tal cual es, pero en realidad no tiene en cuenta nuestra opinión sino la suya propia. El propio criterio de su mente, de su cuerpo que le mira de frente. No teme juzgarse -si tiene que hacerlo-, ya no hay que ocultar nada.

           Podemos observar a una mujer que se siente sola en medio de todo y de nada y que no quiere que nos compadezcamos de ella. Tras esa voz firme y tajante propia, se puede entrever, a nuestro entender, una honda tristeza que alberga un fornido corazón. No deja que nadie se adentre y conozca su parte más vulnerable.

Con No temerás, libro que le valió el XI Premio Carmen Conde, nos insta a quitarnos las barreras y los miedos de cosas que son insignificantes pero a las que les damos mucha importancia. Es un canto herido que pretende curarse, y que nos curemos nosotros también. En ciertos momentos, podemos ver cómo la poeta habla consigo misma olvidándose de lo que le rodea, y de que nosotros, los lectores, estamos siendo conscientes de sus sentimientos. O eso creemos. Da la sensación de que derrama todas sus emociones en el papel pero, sin embargo, algo nos dice que lo más doloroso se lo ha guardado para sí. Puede que sea para no mostrarse débil -que dudamos mucho que lo sea- o, simplemente, porque es parte del pasado, y a este por crudo que sea no hay que temerle sino mirarle de frente, como Juana a todos los miedos que ha vencido.





ECCE HOMO


Soy sólo una mujer
sentada en la banqueta.
Me ha pintado la noche
yerma al claro de agosto, despojada.
Aquí sólo el silencio
me acompaña y me fija, presa en mí
del instante.
Nada miro ni hablo.
Nada pienso, y estoy
como no están las piedras,
quizá como una carne
disecada y sin alma. Ni pregunto
ni espero. Ha cesado
la vida y ha cesado la intención
y el temblor. Nada hay
que crezca ni que aflore. Nada siente.
Y sin embargo, todo:
demonio, mundo, devenir, distancia,
todo dice y proclama que no existe,
ni por dentro ni fuera, otra
más que esta segura eternidad:
una pobre
mujer sentada en su banqueta.