lunes, 27 de junio de 2016

EL CIERVO APLAUDIDO, Leopoldo María Panero





El ciervo aplaudido
Leopoldo María Panero
El ángel caído
Las Palmas de Gran Canaria, 2016




           Leopoldo María Panero (Madrid, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 2014) estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de MAdrid y Filología Francesa en la Universidad Central de Barcelona. Ejerció una militancia antifranquista que lo llevó a pasar su primera estancia en prisión. Como casi toda su generación, se adentró en el mundo de las drogas, desde el alcohol hasta la heroína, a la que dedicaría una impresionante colección de poemas en 1992. La obra de Panero posee una profunda lírica explosiva. Nos salva al tiempo que nos condena. El poeta no sólo es el único poeta maldito de nuestro panorama literario, sino también el transgresor por antonomasia de nuestras letras y uno de los mejores poetas de su generación.

           El grito, el silencio, las voces y la destrucción de las páginas es el tema central de El ciervo aplaudido. Ese silencio del que habla Panero se relaciona con la página, con lo que está escrito en ella: quizá no tenga otra forma de mostrar sus sentimientos que mediante la escritura. Sin embargo, el poeta siente que más que una forma de expresión es una manera de opresión.

           Por otro lado, iguala la vida a la insignificancia, resultado de su experiencia vital, social y política. Panero parece no escribir para ser leído, ni siquiera para dejar constancia de las circunstancias que estaban atravesando los españoles -que todo ello desemboca en su peculiar personalidad y en su voz poética, así como en su forma de tratar los temas. Más bien escribe para sacar de dentro todo lo que le molesta, lejos de que tenga repercusión.

           Se respira en sus versos tormento, el tormento de estar vivo, de haber vivido y de tener que seguir viviendo. Detesta su pasado y lo que ha sido y lo que por consiguiente es. Nos transmite su infelicidad o, más bien, su desdicha. El poeta no se pregunta por qué le ha tocado vivir esos momentos. Simplemente maldice a lo que le rodea por considerarlo culpable de su sufrimiento.



El niño es el esclavo del hombre
y la infancia es sólo
una ruina en mis labios
en mis labios cerrados a la vida.




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